Tratamiento de las adicciones
¿Cómo se si tengo una adicción? Hay una serie de pasos como son que un acto que inicialmente es puntual y esporádico se convierta en un hábito, aunque un hábito no implica tener una adicción. Cuando son muchos hábitos, p.e. no sólo cada vez que veo un partido de fútbol bebo unas copas, sino cada vez que salgo con amigos/as, cuando tengo un problema, cuándo estoy nervioso en una situación social y así sucesivamente, pues es entonces cuando puede desarrollarse una adicción.
Para que se desarrolle una adicción existen unas características como el hecho de que se va perdiendo progresivamente la capacidad de control y así de ser una conducta decidida voluntariamente pasa a “dominar” a la persona, es decir, se pierde la capacidad de elección sobre cuándo llevarla a cabo y se obtienen consecuencias negativas de forma repetida por realizarla (problemas familiares, económicos, personales…) y aún con ello se sigue llevando a cabo esa conducta o consumo de sustancia.
Tenemos que diferenciar los dos grandes campos de las adicciones que existen, las adicciones con sustancias, lo que se conoce como drogodependencias (alcohol, cocaína, derivados del cannabis, etc.) y las adicciones sin sustancia (ludopatía, sexo, compras, nuevas tecnologías, videojuegos, etc.).
Desde el punto de vista de la intervención, desde que un adicto, o un familiar, solicita cita para realizar una primera sesión, hasta que concluimos el tratamiento, es recomendable implementar una serie de fases, las cuales detallamos a continuación:
El primer contacto paciente-profesional es uno de los momentos más importantes del proceso terapéutico. Como es bien sabido, si la primera impresión es satisfactoria esto va a favorecer una mejor disposición hacia la intervención.
El objetivo de esta fase es conocer, al paciente, desde el punto de vista psicológico y tener una perspectiva clara del problema adictivo. Es recomendable también contar con la información de un familiar cercano.
Para ello, realizamos un recorrido por su historia vital para detectar la posible existencia de alguna patología psicológica añadida a su problema de consumo, lo que denominamos comorbilidad o patología dual.
La historia de consumo debemos conocerla detalladamente: sustancia de inicio, cantidad, situaciones asociadas al consumo, gasto económico, vía de administración, otros hábitos adictivos, períodos de abstinencia, anteriores tratamientos, etc.
En función de la información recogida, lo primero es determinar, si el paciente es recomendable que lleve a cabo una intervención y de qué tipo.
Antes de iniciar la intervención debemos plantearnos cuáles van a ser los objetivos de ésta. Los objetivos han de ser alcanzables y realistas, valorando las dificultades para conseguirlos.
Los definiremos, junto con el paciente, por lo que el trabajo es como el de un equipo, ya que si el profesional se plantea un objetivo y el paciente otro diferente, cada uno remará en una dirección, con lo que no hacemos otra cosa que dar círculos y no llegaremos a la orilla. Si tenemos claro que el paciente, es el principal actor, cuanto más conozca hacia dónde nos dirigimos, mayor será su implicación.
Una vez tenemos los objetivos definidos, la misión es tratar de alcanzarlos y para ello, desde el campo de la Psicología, utilizamos estrategias que nos ayudan a facilitar este proceso al paciente y a la familia.
La intervención no debe ser lineal, sino muy flexible, dado que cuando trabajamos un objetivo, pueden surgir otras cuestiones relevantes a abordar que nos hacen modificar el curso de la intervención. Esto es extremadamente frecuente, ya que tratamos con personas.
Aplicamos dos modelos de intervención: tratamiento ambulatorio convencional, es decir, va acudiendo normalmente de forma semanal a sesiones en la consulta del profesional; tratamiento intensivo (ver programa Psicohealth). Se realizará una recomendación del tipo de tratamiento que parece más adecuado al caso.
Una vez alcanzados los objetivos planteados, realizar un seguimiento, para comprobar, si en el tiempo surge alguna dificultad, ya con una mayor periodicidad en las sesiones, resulta positivo. Algunos pacientes deciden no llevarlo a cabo, pero la experiencia nos demuestra que los que completan esta fase, presentan una mejor evolución.
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